
Hay mensajes que recibes pero que tardas en leer y que como una señal quisieras que nunca se hubieran enviado.
Te estás marchando, no sé si serán horas o tal vez días pero poco a poco hay una parte de ti que inicia un camino donde esta vez no puedo seguirte.
Y joder es una mierda, una grande. No es justo para ti desde luego pero me sale el egoísmo y tampoco lo es para mi. Debería mostrar tu templanza pero no la tengo, tu sabiduría pero aún tenías mucho que enseñarme, tu silencio pero la rabia ni quiere ni sabe darme espacio.
Me duele. Sabías que esto pasaría, como lo sabía yo. Y me dijiste que no te preocupaba, que los psicólogos y los Coach sabíamos de cómo gestionar esto. Ves como soy un aprendiz… no me sale, que torpe, no sé cómo hacerlo… estoy demasiado implicado, hemos pasado todas las líneas y ahora que te mueres me faltan tablas.
Qué te costaba darme un poco más de tiempo? Me lo prometiste. No te irías antes de acabar y aún quedaba pendiente alguna sesión más… o dos… la última vez que hablamos me advertías que sería la última… te envié a la porra… y te reías.
Recuerdo aquella sesión donde te pregunté qué querías tratar y me dijiste que querías que te ayudara a saber explicarle a tu familia que te ibas a morir, que te estabas muriendo y que te preocupaba irte dejando malos rollos en este mundo, que de esos ya habían muchos y no querías que nadie te recordara por alguno de los que de desangraban. Querías encontrar las palabras adecuadas en frases cortas decías que abran el camino…
Aquella hora y media fue una lección de vida. Te felicité al finalizar por la entereza y claridad con la que habías caminado por un terreno que para la mayoría de nosotros sería una penitencia en vida. En cambio tú le diste forma de lección, liberación y aprendizaje.
Cuando salía de la habitación me dijiste… Jorge! No te preocupes, el miedo a morirme antes de terminar contigo me mantiene vivo. Así que al final va a resultar que hasta para eso te me has adelantado.
Muchos presuponen que los psicólogos estamos absolutamente preparados para asumir la pérdida de alguien a quien queremos, así como si tuviéramos una tecla, un botón rojo que todo lo activa y soluciona, como si gestionáramos nuestras emociones con los ojos cerrados y el corazón en una caja bajo llave. No, yo no.
Ya te decía que tal vez no soy tan bueno y tal vez no lo seré nunca, pero tú, cabezota, tenías que salirte con la tuya.
Bromeabas cuando te reenvíe algunos mensajes que preguntaban por ti tras mí tras publicar una de nuestras sesiones, te hacía gracia el interés que provocabas, te pedí permiso para una foto y me dijiste que no, que en mi Blog no había personalismos, que no querías quitarle espacio a P & J, que la bata de hospital no realzaba tu figura y que desde el anonimato uno se muere mejor.
“Ahora sé que pase lo que pase mi historia siempre estará en tu blog” me dijiste. Siempre me quedaré con la duda de qué hubieras pensado de estas líneas… sé que te hubieras metido conmigo por blandengue aunque por dentro estarías tan emocionado como yo al escribir de nuevo de ti.
Vete cuando consideres que es el momento. Te has ganado el derecho a decidir cuándo y yo el de echarte de menos todos los días.
Gracias por ser parte de mi camino.
Buen viaje.
Jorge Juan García Insua
“Nos pasamos los días mirando el reloj y seguimos llegando tarde a la vida”
Si quieres leer la primera publicación puedes ir a “Esos días que la vida me regala muerte” (marzo 2021): https://degarciaainsua.wordpress.com/2021/03/18/esos-dias-que-la-muerte-me-regala-vida/