
Y tú? Cuántas vidas necesitas?
Si respondes una no has vivido. Si las cuentas señal que por alguna has pasado de puntillas.
Necesitamos una vida para entender que podemos decidir parar la nuestra pero que el mundo va a seguir girando.
Otra para aprender que siempre hay una vez al menos que deberíamos haber parado, una que la vida nos hace parar y una que nos arrepentimos de no haberlo hecho antes.
Nada importante en la vida viene con instrucciones y muy pocas pueden resetearse.Pocas veces he sabido encender que la vida trae el botón de on-off y la veces que sí lo he visto ya estaba oxidado o faltaba energía. Me dijiste que somos la suma de nuestras relaciones y me pone triste pensar que yo pueda ser la resta de alguien. Nada a lo largo de besos y abrazos nos prepara para sus llegadas y nunca sabremos suficiente para adelantarnos ni prepararnos para las partidas.
Tan solo vale el presente cuando se trata de amor. Pierde parte de su sentido cuando lo hacemos futuro, el futuro es incierto, expectativa, promesa, riesgo… y en pasado existe en la medida que fue, recuerdas y revives pero crece de distinta forma, entre el echar de menos y el dolor. Lo necesitamos presente para hacerlo seguro, ese es su lugar.
Todos tenemos un lugar en el mundo, aunque sea de paso y pase en un ratito. También lo tienes si te han hecho creer que no es así y también si te han hecho creer que has de pasar la vida mereciéndotelo.
Todos tenemos derecho a ser amados en medio de nuestro caos, derecho a encontrar la calma y perderla varias veces hasta encontrar un lugar seguro.
Un lugar seguro donde no esté bañado en alcohol protegido por las rayas de coca y mis pies no estén rompiendo el mismo cristal que agujerea el estómago y el cerebro. Te engañas por la cantidad y te lo repites hasta convencerte que así controlas, pero no controlas una mierda. Ya queda muy atrás aquello de solo “con colegas”, tanto que ni los ves, ahora estás secuestrado, oculto para que nadie te vea, a escondidas para meterte bien y que ella no te vea. Sabiendo que si te ve la pierdes, si se entera la pierdes, si la pierdes dices que te matas y cada vez que te metes estás un poco más muerto. Esa es la única seguridad que tienes, tal vez no hayan ya lugares seguros para ti.
Existen los lugares seguros? Yo quiero uno que se llame “Parasiempre”, aunque solo exista para mi y para nadie más, un lugar tan bonito como condenado a no ser. Pueden ser las cosas que solo podemos soñar?
También hay lugares libres, vacíos porque algunos (los mejores, los buenos) se han ido demasiado pronto, antes de lo que tocaba. Ese vacío es el que nos dejan y no sabemos llenar ni entendemos que nunca sabremos y que se trata de aprender a seguir con él.
Seguir sintiendo que está ahí, que una vez estuvo lleno y tenía nombre y apellido. Sentirlo nos permite llenarlo de recuerdos y momentos que nos acompañaran cuando seamos nosotros quienes se estén marchando de poquiño a poquiño y nos aferremos a mirar atrás.
Miramos atrás para asegurarnos de qué dejamos, quienes nos miran y nos ven marchar, quienes nos lloran, nos recuerdan y nos llaman en silencio.
Y lloramos. Como llora ella en silencio mientras se convence que no debe sentir, que no sabe o eso le dijeron una y mil veces, de palabras y de sangre para que no se olvidara nunca que debía ser fuerte y hacer como que no sentía nada. Así un día tras otro, un año tras otro hasta llenar una vida, la que no vivió, la que le arrebataron desde casi el primer suspiro, la que no dejaron llenarse de nada que no fueran llantos.
Lágrimas. Deberían enseñarnos a identificarlas, a escucharlas y contarlas. Para que ninguna se seque sin haber sido entendida ni dejar aprendizaje. Para que nos mojen pero no nos dejen en la humedad ni se transformen en moho.
El moho pudre todo aquello que no nos cabe en el alma, aquello que amenaza con rompernos si no paramos. Dudamos si hacerlo. Dudamos por el qué dirán, por esa imagen que pensamos tienen otros de nosotros, esa que pensamos que nos sostiene y que para mantenerla nos llegamos a desangrar… y todo por no parar, por decidir que no queremos que el tiempo decida por mí, que por una vez queremos que el reloj gire a nuestro favor, que haga que los minutos cuenten y deje de contar heridas y cicatrices.
Nunca es tarde para sanar y seguir queriendo sentir que nos quieren. Siempre hay una vida más para eso, para no buscar el amor deseando con el alma que nos encuentre y que lo haga con las manos vacías, el corazón sereno y el alma hasta arriba de preguntas.
Y si nos encuentra… que sea para besarnos en la frente, con ternura, entre miradas cómplices y silencios cómodos. Sabes por qué no me importa lo que duele? Porque lo vale. Si es el precio lo pago, me duele pagarlo pero no me arrepiento, me jode porque no lo hubiera querido pagar pero me arruinaría antes de renunciar vivirlo aún con miedo que no fuera eterno. Acepto la nostalgia y el echar de menos no el dejar de sentirlo.
Es de locos echar de menos algo y alguien que ahora nos hace daño… nos duele su ausencia y aún así me resisto a olvidarla. Pienso que si esa ausencia sigue presente de alguna seguimos conectados, seguimos conectados en mi imaginación y en mis sueños. En silencio, como tantas veces y sin espacio para nadie que me diga que ella no siente lo mismo.
Dime por qué. ¿Por qué lo que fue tan bello ahora duele tanto? Cuál es el sentido para que si deja de doler me condene a repetir la historia?
Si duelen los sueños que no cumplimos. Aquellos que nunca llegamos a vivir cómo no va a doler perderlo y si duele es que no quería que pasara no que me arrepienta de haber intentado hacerlo eterno.
Ahora toca parar. Empezar una nueva vida. Entender la que dejamos atrás y decidir cómo quiero que sea la siguiente.
Y sentir que necesitas una vida menos, aceptar que no habrá una vida más.
Jorge Juan García Insua
Posdata:
He parado unos días y eso ha hecho que muchos momentos en sesión vinieran a mi cabeza. Sesiones de días y semanas atrás con las que re conectaba y no querían marchar.
Y si las escribo? Y si conectan entre ellas?
Al final 8 autores anónimos para todos menos para mí. Yo el noveno, la voz en off observadora, silenciosa y presente que los conecta y se conecta con todos ellos y conmigo mismo.