Retorno al camino del hombre delgado

«La vida no se trata de encontrar refugio en la tormenta. Se trata de aprender a bailar bajo la lluvia»

Este domingo recibí una llamada inesperada.

Tuya.

Te habían hablado de mi y recomendado llamarme, pensando que yo podía ayudarte me pedías que te contara mi historia, como si en ella estuvieran todas las respuestas y soluciones a tus fantasmas y preocupaciones…

Te escuché y te dije que te equivocabas, que lo sentía pero que nada más lejos de la realidad. No soy mago, no tengo varita y ni mucho menos aspiro a tener todas las respuestas. Lejos de ser ese que crees que soy mi experiencia no es la de alguien valiente como te has imaginado, sino la de algún cobarde que también tuvo miedo, del de verdad, de ese que te paraliza como lo hace contigo en estos momentos… y en esa sensación aterradora e inestable no tuve más remedio que encontrar la fuerza para seguir.

Entonces no te lo expliqué pero creo que me entenderás mejor si te empiezo explicando que han habido tres noches en mi vida que me ha costado conciliar el sueño, una de ella fue precisamente el día que me dieron el alta… No sé por qué me levanté muy de madrugada, me senté en el ordenador y me puse a escribir… Recuerdo cómo empecé…

“Hoy me han dicho que has muerto, que esta vez es de verdad, que esta vez es la definitiva y que finalmente has perdido. No sé lo que he ganado yo pero creo que después de estos años de hacernos daño mutuamente, de miedos, desconfianzas y cicatrices me he ganado el derecho a hablar en tu despedida, a tomar la palabra y por una vez, explicarte cómo me siento”

No sé cuántas horas estuve escribiendo pero fueron muchas porque esa noche no volví a la cama. Firmé en el final y puse el título… “El camino del hombre delgado”, grabé y guardé aquel escrito. Y durante años estuvo así, guardado, desconocido para todos y esperando su momento… hasta que un día decidí coger unos párrafos e incluirlos en un escrito de este blog personal. Son contadas ocasiones las que algo de lo que escribí aquella noche lo he hecho público, incluso rara vez lo había recuperado y vuelto a leer en tu totalidad. La primera vez fue después de un fin de semana de formación en Coaching Sistémico y después no volví a recuperarlo hasta este verano cuando empecé a prepararme Presentaciones, Conferencias y Storytelling para JOY.

Al re-leerme tomaba conciencia de que aquellos párrafos caminan a través de la locura, el miedo, la incertidumbre… están llenos de gratitud y de amor hacia los que allí llamaba mi “Guardia Pretoriana”… mis hermanos, cuñados, la que entonces era mi pareja y un reducidísimo grupo que siempre, siempre y más allá de aquellos meses estuvieron y están a mi lado. Mi impulso era compartirlo con ellos pero no lo hice nunca, en el fondo porque creo que ni haciendo eso les demostraría la gratitud y el cariño que les tengo y que me sentía como que era poco para tanto que les debía. Y cuando creo que no encuentro palabras para expresar lo que siento opto por el silencio, que siempre encuentra la forma de hacerlo.

Al tiempo que escribía aquel texto volcaba en él mi relación con la hepatitis y lo hacía a través de todas aquellas situaciones que durante los largos años de tratamiento me habían marcado y línea a línea intenté cerrar cada una de las heridas abiertas. Escribir sobre ellas me obligaba a afrontarlas, a aceptar que estaba herido más allá de lo físico y me obligaba a verlas y aceptarlas con una perspectiva distinta, con mayor distancia y serenidad.

Escribir aquella noche me permitió abrazar mis sombras y aceptar que una vez más en mi vida tenía que entender que no podía cambiar lo que me había pasado, eso estaba y estaría ahí, pero sí podía y sólo dependía de mí como quería vivir con ello, sin culpas ni piedras en mi mochila.

Volver a conectar con todo aquello me enseña cómo he cambiado y crecido desde entonces, a pesar de esa experiencia y sobre todo gracias a esa experiencia y a quienes la vivieron conmigo.

Sabes cómo se forman las perlas… Las perlas son producto del dolor, el resultado de la entrada de una sustancia extraña e indeseable en una ostra, como un virus. En la parte interna de la ostra se encuentra una sustancia llamada nácar y cuando este virus penetra en la ostra, las células de nácar cubren esta sustancia extraña con capas, capas y capas para proteger el cuerpo indefenso de la ostra. Como resultado se va formando una hermosa perla. Así que una ostra que no haya sido herida de algún modo, no puede producir perlas porque la perla es una herida cicatrizada. Ella es capaz de sanarse, como yo fui capaz de sanar mi herida emocional.

Cuando eres un enfermo de hepatitis te asustan los prejuicios que de ti otros tendrán… No he conocido a ningún enfermo que no se haya sentido juzgado, con o sin motivo, y esa es una cruz difícil de cargar. Decidí que yo no iba a disimular nada y estaba decidido a crecer y aprender de aquella experiencia. Me ha costado años tratar mis heridas y convertirlas en “perlas”, así que como ves no soy ningún Superman.

Durante el segundo tratamiento tuve muchas veces el pensamiento de que luchaba porque quería ser libre, y en aquellos momentos la libertad era poder hacer y deshacer sin encontrarme exhausto, poder planificar salidas, familia, amigos sin el temor de no poder ir, de no encontrarme con fuerzas para salir de casa, de ir o venir sin estar pendiente de pastillas, inyecciones, dolores, sangrados… y en muchos momentos aquello me paralizaba y me culpaba por ello.

Iluso pensaba que llegaba al segundo tratamiento más fuerte, física y mentalmente. Preparado para soportar lo que hiciera falta y convencido de que esta vez a pesar de todo lo que me advertían podría con todo. Pero esta vez bastaron 24 horas del inicio de la medicación tocar suelo e hincar las rodillas. Incapaz de levantarme, de mover un músculo sin sentir dolor y pinchazos, el sabor a sangre constante, el dolor de cabeza intenso…

Recuerdo llamar a mi hermana la segunda noche de tratamiento para pedirle que estuviera preparada, que tenía miedo de cómo iba a estar al día siguiente y que tal vez tendría que ir al hospital. No sé cómo pero aguanté y me asustaba pensar que al día siguiente no sería capaz de levantarme y conducir hasta mi trabajo. Me dolían las manos, era incapaz de cerrarlas o doblar un dedo, me ardía la piel que se llenaba de manchas, incapaz de caminar con normalidad y me faltaba el aire cuando daba cuatro pasos. A pesar de todo llegué hasta Cerdanyola aquel día, como lo había hecho hasta entonces, me senté en mi mesa y a solas lloré. Lloré de rabia, pero lloré para prometerme que haría ese esfuerzo cada día hasta acabar el tratamiento…

Por eso cuando me llamaste el domingo y me pedías que te hablara de mi historia, que querías aprender de mí, tomarme como ejemplo… te dije que yo no era ejemplo de nada ni mucho menos podía dar respuestas a tus preguntas.

«Dragón» por J (*)

Serás tú quien haya de pensar cuáles son las preguntas, asumiendo que tal vez las respuestas no existen o en el mejor de los casos entender que sólo puedes contestarlas tú, porque empiezas un camino que te cambiará y te llevará más lejos de dónde ahora puedes imaginar. Dices que tienes miedo y que buscas en mi el valor… y el valor que yo pueda tener, poco o mucho, nació de tu misma situación. Somos más parecidos de lo que piensas. Ni tú ni yo nacimos cobardes y ambos descubrimos hasta dónde somos valientes en el camino.

Hay veces que encuentras el camino, otras te encuentra a ti y si te sientes perdido dale tiempo para mostrarse y para encontrarte… nadie se encuentra sin haberse perdido antes y yo no soy la excepción. Siempre destacamos las personas maravillosas con las que nos cruzamos y nos regalan luz, pero más especiales son aquellas que deciden compartir con nosotros sus sombras. Eso es lo que te hace y nos hace distintos y especiales. Ese es el regalo.

Ahora que sabes esto de mi si sigues pensando que soy una de las personas que te puede ayudar a recorrer el camino estaré. Estaré orgulloso de formar parte de tu Guardia Pretoriana y tienes mi compromiso de que recorreré el camino junto a ti.

Sabes dónde estoy. Nos vemos caminando.

Jorge Juan García Insua

(*) El primer dibujo a témpera de mi hijo J, representando el «monstruo del Dragón de St Jordi»

Publicado por Jorge Juan García Insua

Nací y me siento especialmente unido a Badalona y a su mar, tal vez por el origen gallego materno. Soy el mediano de tres hermanos y tuve en mi padre el mejor modelo de vivir según tus valores, el valor de las cosas y el sentido de sacrificarte por aquello que realmente es importante. Amante del deporte, inquieto, intenso, apasionado, observador, con vocación de servicio, con fuerte conciencia social, receptivo, emotivo y me llena ayudar a los demás de forma desinteresada. Mi vida ha estado marcada por dos experiencias médicas... Un déficit de una proteína relacionada con la coagulación y tres trombosis cuando aún no había llegado a mi mayoría de edad me obligaron a afrontar e intentar superar situaciones poco habituales para un todavía adolescente, así como aceptar aspectos que me acompañaran el resto de mi vida. Ya superados los 30 me detectaron una Hepatitis C crónica grave que me hizo replantearme mi vida y lo que realmente era importante, cinco años de desgaste físico y emocional donde recorrí un camino de miedos y frustraciones acompañado de tratamientos y efectos secundarios. Superado todo quise devolver una pequeña parte de lo mucho que había recibido a los demás, y encontré la forma en aquello que me apasiona... las personas. Psicólogo de formación por la Universitat de Barcelona, Máster en Dirección de Recursos Humanos por Les Heures (UB), Técnico Superior de PRL, Máster en Liderazgo, Inteligencia Emocional y Coaching por EAE Business School, Coach certificado por ICF y actualmente realizando un Máster en Psicología Clínica y de la Salut mientras realizo estudios superiores como padre de mellizos, que son mi principal fuente de aprendizaje. Mi experiencia vital y mi pasión por la personas y por acompañarlas en la superación de situaciones, problemas y dificultades me ha llevado a estar siempre ligado a la psicoterapia, al voluntariado y a la consultoría organizacional en empresas de todo tipo con especial interés al desarrollo de personas. Actualmente atiendo como Psicólogo y Coach en Consulta Privada en Badalona (y On Line para cualquier punto del planeta), al tiempo que trabajo como Director Técnico para Residencias y Psicólogo para la Fundació Nen Déu. Mi propósito es acompañar desde mi formación y experiencia de más de 20 años en Psicología y Coaching a personas a enfrentar y solucionar sus problemas, a descubrir y trabajar esas limitaciones que impiden seguir el camino que consideran adecuado y alcanzar los objetivos personales y profesionales que se propongan. Especialmente a aquellas que como yo luchan con enfermedades o con sus efectos y secuelas, así como asesorar y acompañar a familiares y su entorno en la gestión de emociones, sentimientos y miedos. Si quieres saber más de mi... sólo has de leerme o visitar mi perfil en Instagran, Facebook o LinkedIn. Bienvenid@s a mi camino. Jorge

2 comentarios sobre “Retorno al camino del hombre delgado

  1. Querido Jorge… leerte me lleva a mi propio camino y las fuerzas que me daba saber que te tenía para recorrerlo día a día.
    Tenías razón y la persona que llegó al final fue muy distinta de la que lo comenzó, y ese cambio no hubiera podido hacerlo sin tu ayuda.
    Déjame que le diga por ti que no dude de la recomendación que de ti le hayan hecho, que tiene en ti el mejor de los profesionales y si es posible, mejor persona.

    Anna

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  2. Hace meses que te sigo y leerte siempre emociona, pero esta publicación Jorge creo que supera todas las anteriores, por todo lo que nos muestra de ti, por la intensidad, por tu forma de ver la vida y porque nos recuerda que todos somos responsables de cómo decidimos vivirla y con quién queremos compartirla en cada momento, pase lo que pase.
    Cada publicación tuya es una versión muy mejorada de cualquier libro de autoayuda, con la diferencia de que tú lo vives, ayudas a otros y lo explicas con autenticidad y pasión… tú y tu blog sois el regalo.
    Gracias por seguir compartiendo

    Alicia Mingot

    Le gusta a 1 persona

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