El enemigo que llevamos dentro

Una vez me dijeron que cuando una persona piensa en el suicido es porque quiere matar el dolor, no la vida”

Llevaba poco más de una hora en mi despacho cuando me llamó. Como otras mañanas pensaba que era para darme los buenos días, ese tipo de mensajes que te enamoran… pero no, esta vez fue distinto.

Su voz era débil, entrecortada y aunque llevaba días en un bucle que me preocupaba no me esperaba lo que me estaba diciendo. Pastillas, se había tomado un bote de pastillas… para dormir, para descansar, para olvidarse de todo lo que la atormentaba y le pesaba como una losa…

No sé cómo pero mientras le pedía que no dejara de hablarme llamé con el fijo a Urgencias para pedir que se desplazaran hasta su casa por un caso de intento de suicidio, y con el móvil de empresa llamé a su madre para explicarle lo que estaba pasando y que fuera rápidamente y facilitar la entrada de los médicos.

Aquellos minutos fueron eternos y cuando el médico me dijo que ya estaban en la casa y su madre que la llevaban al hospital me derrumbé en la silla. Recuerdo que la tensión era tal alta que tenía unas ganas inmensas de llorar y en cambio era incapaz de soltar una lágrima. No sé cómo fui capaz de llegar al hospital desde la oficina, mi mente no sabe procesar ese recuerdo. No fue hasta horas después ya en el hospital que empecé a llorar y a soltar. Soltar y soltar. Incapaz de hacer nada más que llorar.

Durante aquellas horas vagaba entre la sensación de vacío y mi incapacidad para lidiar con las emociones y lo extraño que se me hacía que alguien pudiera darme las gracias o incluso felicitarme por cómo había reaccionado. Me culpaba. Por no saber más, por no aprender más deprisa, por no haber acabado antes la carrera, por no haber estado atento a señales, por… por… por… Y cuánto más me culpaba más me pesaba todo.

Los días siguientes y estando ella aislada en psiquiatría mientras era evaluada y tratada me despertaba lleno de dudas, sentía como el estrés de la situación me seguía dominando y me provocaba un intenso dolor. Rabia, frustración, angustia, negar lo sucedido y una enorme sensación de culpa…

A los pocos días me examinaba de Psicología de la Muerte y Psicopatología. Coincidencia. Señales. La vida…

Mi segunda experiencia con el suicido fue ya como terapeuta. Contactó conmigo porque no podía superar el suicidio de su madre. Habían pasado años y no podía hablar de ella, no había visitado su tumba, había escondido cualquier cosa que la recordara a ella y me explicó que la odiaba por lo que la había hecho, tanto que su vida se había vuelto insoportable para cualquiera que compartía minutos y momentos con ella.

Estaba en estado de shock. A pesar del tiempo que había pasado desde el suicidio sentía estar en una pesadilla de que solo pensar en salir la sumergía en un inmenso dolor y vacío que la arrastraba. Explicaba que había perdido el control de su vida, no se veía capaz de tomar decisiones y que sin saber cómo a menudo se encontraba llorando, escondida en algún rincón de la casa. Su mirada estaba perdida y humedecida de horas y horas de llorar sin saber cómo salir de aquella situación que la estaba consumiendo hasta no reconocerse.

La primera vez que la ví y nos presentamos pensé que se parecía mucho a la que había sido mi pareja. Mucho. Incluso casi compartían la edad en la que había sucedido entonces. Coincidencia. Señales. La vida…

En sus palabras una y otra vez aparecía la culpa, el pensar que no supo hacer nada para evitarlo, que no estuvo a la altura, que tal vez no vio las señales… y que había perdido el derecho a vivir como penitencia.

Aquellas intensas sesiones transitaron en la aceptación de la pérdida, exteriorizar el dolor y todas las emociones contenidas y el aprendizaje de volver a vivir aceptando que tal vez nunca tenga las respuestas a su pregunta de por qué y que el mayor estigma sobre el suicidio de su madre es el que se ponía ella misma.

Con el paso de las sesiones la acompañé en el proceso de separar la forma de la muerte de la persona fallecida y según avanzó en ese proceso empezó a sanar sus heridas emocionales. Aceptó que lo importante era lo que había compartido hasta aquel trágico momento y se centró en el hecho de que ya no estaba con ella y no en la manera en que se había marchado.

Con el tiempo aquel proceso me cambió como no imaginaba. Me removió y en cierta forma me sanó a mí. Vivir el suicidio desde las dos perspectivas me dio una perspectiva completamente distinta a lo aprendido en la Facultad y me enseñó que no hay muerte más difícil de aceptar que la de un suicida.

El sentimiento de abandono y traición del familiar es insoportable y no puede evitar pensar en fantasmas y llenarse de dudas y culpas.. .que nunca dan respuesta ni explicaciones a lo sucedido… preguntas como ¿por qué lo hizo?, ¿cómo me pudo hacer tanto daño?, ¿acaso me merecía esto? se repiten y se convierten en un laberinto sin salida.

Comparto hoy esto por primera vez. Lo hago por necesidad y porque este blog tiene el propósito de dar voz a pensamientos que de otra forma no sabría reposar y expresar. Una publicación en las redes sociales sobre el Día Mundial para la Prevención del Suicido de mi buen y admirado amigo Dani Jerez, ha conectado todo y ha puesto orden a mis palabras.

Y lo hago porque es necesario avanzar en cómo vemos el suicidio, romper con el silencio y los estigmas que lo acompañan. Me siento en la obligación de ayudar a esa visibilidad. Cada vez que un terapeuta tiene contacto con el suicido o cualquier de su formas recibe un legado especial, emocionalmente intenso que hemos de aprender a gestionar para poder seguir ayudando a otros. La “muerte voluntaria” de una persona nos deja a los vivos grandes interrogantes, es un problema de aceptación para los vivos y cómo entender que alguien a quien quieres no quiera estar entre nosotros.

Fue mi querida socia Marta quien un día me dijo mientras pensábamos frases que definieran JOY una que hoy adquiere todavía más sentido… “Buscábamos una profesión y la profesión nos encontró a nosotros”. No lo habría decir mejor.

Ese esfuerzo siempre vale la pena, sin duda, sobre todo cuando ese esfuerzo da la vida.

Jorge Juan García Insua

Publicado por Jorge Juan García Insua

Nací y me siento especialmente unido a Badalona y a su mar, tal vez por el origen gallego materno. Soy el mediano de tres hermanos y tuve en mi padre el mejor modelo de vivir según tus valores, el valor de las cosas y el sentido de sacrificarte por aquello que realmente es importante. Amante del deporte, inquieto, intenso, apasionado, observador, con vocación de servicio, con fuerte conciencia social, receptivo, emotivo y me llena ayudar a los demás de forma desinteresada. Mi vida ha estado marcada por dos experiencias médicas... Un déficit de una proteína relacionada con la coagulación y tres trombosis cuando aún no había llegado a mi mayoría de edad me obligaron a afrontar e intentar superar situaciones poco habituales para un todavía adolescente, así como aceptar aspectos que me acompañaran el resto de mi vida. Ya superados los 30 me detectaron una Hepatitis C crónica grave que me hizo replantearme mi vida y lo que realmente era importante, cinco años de desgaste físico y emocional donde recorrí un camino de miedos y frustraciones acompañado de tratamientos y efectos secundarios. Superado todo quise devolver una pequeña parte de lo mucho que había recibido a los demás, y encontré la forma en aquello que me apasiona... las personas. Psicólogo de formación por la Universitat de Barcelona, Máster en Dirección de Recursos Humanos por Les Heures (UB), Técnico Superior de PRL, Máster en Liderazgo, Inteligencia Emocional y Coaching por EAE Business School, Coach certificado por ICF y actualmente realizando un Máster en Psicología Clínica y de la Salut mientras realizo estudios superiores como padre de mellizos, que son mi principal fuente de aprendizaje. Mi experiencia vital y mi pasión por la personas y por acompañarlas en la superación de situaciones, problemas y dificultades me ha llevado a estar siempre ligado a la psicoterapia, al voluntariado y a la consultoría organizacional en empresas de todo tipo con especial interés al desarrollo de personas. Actualmente atiendo como Psicólogo y Coach en Consulta Privada en Badalona (y On Line para cualquier punto del planeta), al tiempo que trabajo como Director Técnico para Residencias y Psicólogo para la Fundació Nen Déu. Mi propósito es acompañar desde mi formación y experiencia de más de 20 años en Psicología y Coaching a personas a enfrentar y solucionar sus problemas, a descubrir y trabajar esas limitaciones que impiden seguir el camino que consideran adecuado y alcanzar los objetivos personales y profesionales que se propongan. Especialmente a aquellas que como yo luchan con enfermedades o con sus efectos y secuelas, así como asesorar y acompañar a familiares y su entorno en la gestión de emociones, sentimientos y miedos. Si quieres saber más de mi... sólo has de leerme o visitar mi perfil en Instagran, Facebook o LinkedIn. Bienvenid@s a mi camino. Jorge

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