He cumplido años, como mínimo uno más y ya llevo… bueno, muchos. Tantos que empiezo a no recordarlos todos, cosas de la edad.
Me siento en la mejor edad. No hay mejor edad que aquella en la que deja de importarte cuántos años cumples y empiezas a cumplir sueños y la vida me ha enseñado que para que esto suceda tienes que haberlo deseado durante muchos cumpleaños, tantos que llegue uno donde sientes haber reunido el coraje suficiente para dar el paso, tantos para darte cuenta que si tenías vergüenza la fuiste dejando en restos de velas los años anteriores y que cuántos más años tienes menos miedos te quedan.
Y sí, yo también los tengo y me quedan todavía muchos por soplar. Pero tal vez porque acumulo canas y alguna cicatriz he aprendido a mirarlos transparentes, a sentarme y conversar con ellos, a escucharlos y a decidir cuál es el momento de afrontarlos, porque en el fondo reconozco que los necesito para seguir aspirando a mi mejor versión, a no conformarme, a convencerme de todo lo que soy capaz aunque me tiemblen las piernas, a dar un pasito más para seguir soñando, probar y tomar conciencia del coste que tiene perseguirlos y de lo bien que te sientes cuando por fin empiezas a saborearlos.
Cumplir años es obligatorio pero cómo los quiero cumplir es cosa mía y tiempo atrás decidí cumplir años cerrando ciclos. Cada vez miro menos hacia atrás y más hacia delante… debe ser que estoy en eso que llaman madurez y en tiempos donde se venera la juventud y la imagen reivindicó mi edad, el placer de cumplir años, de verme nuevas arrugas… y escuchar mentiras tan bondadosas como piadosas que dicen que me sientan bien.
Espero estar a la altura de la edad que hoy estreno y aprovecharla para abrir nuevas puertas, cometer más errores y sentarme a pensar con ellos. No esperéis mucho más de mi porque no quisiera defraudar a nadie.
Quiero exprimirla con las personas que quiero y me quieren incluso hasta el punto de estar a pesar de mis desvaríos, son ellos quienes me empujan a seguir descubriéndome y vivir persiguiendo aquello que me hace feliz y superando piedras y contradicciones por el camino.
Lejos de cualquier atisbo de melancolía siento que sigo caminando de la mano del niño de ojos claros que llevo dentro, curioso, de palabra fácil y mente espesa, ensoñado y soñador, romántico, rodeado de inmensos lazos rojos que me mantienen unido a muchas personas a las que quiero aunque no siempre acierte a expresarlo con las palabras correctas y que en unas semanas caóticas de cambios y proyectos sigo con la sonrisa puesta y que me acuesto satisfecho y feliz de cada paso.
Cumplir así es un lujo que he aprendido a no preguntarme si soy o no merecedor y sencillamente me dejo llevar e intento disfrutar y capturar cada momento. Tal vez todo sea más sencillo y se trate de eso… de cumplir momentos y no años y si así fuera desearía ser inmortal y no dejar de soplar velas.
Os veo en el camino, despacio y con calma. No más sabio pero sí un año más… bueno, más vintage.

Jorge Juan García Insua
Feliz cumpleaños…..desde lejos..pero muy cerca
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