«Querido Jorge:
No me conoces e igual cuando recibas esto ni te llega porque creas que es spam o yo que sé. Yo a ti sí, bueno no personalmente pero me han hablado y he escuchado mucho de tus sesiones con alguien que ahora me pide que escriba por ella. Mi madre, María como yo, ha sido paciente tuya hace unos años y hoy me ha pedido que te escriba. La tengo aquí al lado, dictándome y aunque ni a ella ni a mi se nos da bien escribir como tú he querido hacerlo por ella, porque ya no puede y por todo lo que cuando leas entenderás.
Y ahora te escribo por ella…
…
Querido Jorge, queridísimo Jorge,
Cuánto tiempo, por un segundo he pensado que sería una tontería escribirte y que tal vez ni te acordarías de mí… tantos pacientes, tantas cosas que habrás escuchado y personas a las que habrás atendido que por qué ibas a acordarte de mi… pero me pueden las ganas de explicarte algo y recuerdo que aunque pasaran semanas entre sesiones siempre te acordabas del nombre de mi marido, el de mi hija… y creo conocerte un poquito como para pensar que te gustará saber algo.
La estoy acariciando Jorge, la tengo entre los brazos y aunque los huesos de los hombros y los brazos me duelen más que antes y es un dolor que me recorre los brazos y la espalda la tengo entre mis manos… mi nieta. He vivido para llegar a conocer a mi nieta, se llama María. Como mi hija que te escribe por mi, como yo. Como tu sobrina recuerdo.
Mira que llegué a llorar contigo pero créeme que es mucho más lo que he llorado estos días al verla por primera vez, al doblar mis dedos porque sí o sí tenía que cogerla y acariciarla. He llorado mucho Jorge al recordar que tiempo atrás quería morirme, que todo había perdido sentido, que ir de médico en médico me estaba matando más que el no poder soportar el dolor y cómo me dolía todo. He llorado por todas las veces que quise matarme y me avergonzaba de no tener el valor.
He llorado pensando en que si no hubiera recurrido a ti, si no hubiera pedido ayuda no estaría aquí, hace tiempo que no estaría aquí y me hubiera quitado del medio. Al final la desesperación habría encontrado la forma de quitarme de la vida de mi familia. Si lo hubiera hecho no sólo no hubiera conocido a mi nieta sino que no sé si mi hija hubiera sido capaz de superar tantas dificultades para poder traerla a este mundo. Sabes que quería morirme, matarme sobre todo para no hacerla sufrir, no quería ser una carga para ella y todo, todo se estaba complicando tanto que solo lo veía negro y sin sentido.
Sólo tú has escuchado la verdad de lo que se me pasaba por la cabeza. Un día me dijiste que igual que te lo estaba explicando a ti podría dar el paso de compartirlo con ella. Recuerdas cómo reaccioné? Pero tenías razón, lo hice y me abrazó, me abrazó muy fuerte mucho rato. Luego me dijo que no podía imaginar por lo que estaba pasando para pensar que la muerte la mejor opción pero que ella si podía ser egoísta no quería que me muriera y que me necesitaba y que la vida era mucho mejor conmigo en este mundo. Me dijo que deseaba ser madre y que ojalá las dos, las dos Jorge estuviéramos juntas para vivir ese momento.
Recuerdo todavía esa sesión donde te explicaba esto, era la primera a distancia y tras dejarme llorar me preguntaste si necesitaba algo de ti. Te abrazaría, te dije y pusiste tu mano en la pantalla, estabas emocionado, estiré la mía y me sentí reconfortada.
Ese momento llegó hace 4 días Jorge y no lo creerás pero en ese momento de esforzarme para cogerla temblorosa y con miedo a no poder o que se me cayera no tuve dolor, por unos minutos no tuve dolor y me sentí como no recordaba haberme sentido antes. Y me acordé de ti.
Esta mañana le día a mi hija que tenía que compartirlo contigo. Si hoy hay tres generaciones de «Marías» aquí es gracias a ti y a todas las horas que dedicaste a esta abuela loca.
Un abrazo muy muy fuerte querido Jorge. Cuídate mucho. Te queremos, las tres.
María, María y María»
…
Queridísima María:
No tengo palabras y no sé por donde empezar. Ahora soy yo quien necesita escribirte. Me tienes, perdón, me tenéis llorando desde que he empezado a leer el WhatsApp y me parece de las cosas más bonitas que me han pasado en estos años de profesión.
Gracias de corazón por acordarte y acordaros de mi. Gracias por el esfuerzo que soy consciente que sigues haciendo a pesar de ese dolor y decidir vivir y compartir. Eres un maravilloso ejemplo para las dos generaciones que tienes detrás y para mi, que tuve la suerte de acompañarte durante muchos meses.
De verdad pensabas que no me acordaría de ti? De cómo muchas sesiones de las primeras sesiones las hacías a media luz porque me decías que te daba vergüenza que te viera llorando, de cómo más de una vez tu hija te ayudaba a conectarte conmigo porque ya no podías venir presencialmente y las hacíamos on line cuando te fuiste a vivir con ella, de cómo había empezado ese dolor crónico y cómo compartiste conmigo lo que llamaste «el jodido diagnóstico del diablo». Me acuerdo de cómo te dije que tenía dudas de ser la persona más adecuada para seguir acompañándote cuando sentí que las sesiones no te daban la paz que necesitabas, que sostenerte era “poco” y de lo que me dijiste.
Me acuerdo María y tus sesiones me siguen acompañando y las tengo presentes cuando acompaño a personas que como tú sufren de dolor crónico y enfermedades degenerativas.
Como me acordaré mañana, la próxima semana y con el paso de los años que una vez María hija me escribió en nombre de María madre para presentarme a María nieta. Me siento muy feliz de haber podido ser una minúscula parte de ese momento vivido, son cosas así y personas como tú las que dan sentido aquello a lo que me dedico.
Un día, cuando «mi pequeña María también hija de María» lea esta publicación le explicaré vuestra historia. Ten por seguro que se le humedecerán tanto los ojos como a mi.
Un fuerte beso a las 3, feliz camino. Yo también os quiero.
Jorge

Jorge Juan García Insua