2555 días son los que a estas alturas ya me habéis regalado. Y pasan tan rápido que siento vértigo.
Cada año me sucede lo mismo. Os dejaría congelados en ese momento, en esa edad, en esa mezcla de dulzura, inocencia, pasión y magia… Pero al mismo tiempo tengo ganas de saber como seréis con un año más, con otro… y otro, y tengo miedo de perderme algo de tanto que os queda por ver, por aprender, por disfrutar y por vivir.
Y cada uno de esos miles de días que llevamos compartiendo han sido un regalo, indescriptiblemente especial que me llena y alimenta.
Es un viaje inevitable en esta fecha, volver al momento en que llegasteis a este mundo y recorrer todo los habéis vivido hasta el presente para soñar con vuestro futuro. El mundo es mejor desde que estáis en él… Esta misma frase recuerdo habérsela susurrado a J una noche de agosto cuando aún no teníais ni dos meses de vida. Me despertaron sus sollozos y me levanté para relajarlo entre mis brazos mientras le tatareaba una canción de Sambora… Me mirabas fijamente con tus preciosos ojitos, pasaste del llanto a la sonrisa y los cerraste lentamente, mirándome de reojo para que entendiera que dormirte no significaba que quisieras que te devolviera a la cuna y que querías seguir en mis brazos. Y así lo hice.
Cuando la otra noche dormías abrazado a mi recordé ese momento, esa noche. Me emocioné y volví a tararearte a Sambora.
En una semana llena de celebraciones, nervios y grandes momentos íntimos y familiares habéis vuelto a darme una lección de lo que significa el amor, del apoyo incondicional que me dais, que lo mucho que me queréis y que al final, por encima de todas las cosas, solo queréis verme feliz y compartir momentos conmigo. Se trataba de que fuera vuestro día, vuestra semana y habéis hecho que también fuera la mía.
Cuando hace unas noches el sonido de las sirenas de una ambulancia rompía nuestro momento de darnos las buenas noches, P me preguntaste que haría si tú fueras dentro de una y yo no pudiera ir dentro contigo… correría detrás te dije. Ten por seguro que fuera donde fuera que te llevara esa ambulancia papá iría detrás corriendo y no dejaría de hacerlo hasta estar junto a ti cuando parara y abrieran la puerta … Me diste un beso mientras abrazabas a Pingüin y me dijiste que ahora entendías porqué salía a correr y corría tanto. Lo haces para estar siempre con nosotros me dijiste. Y cerraste los ojitos mientras te besaba y acariciaba tu pelo.
Siempre con vosotros…
Cuando salía de vuestra habitación y arrimaba la puerta me resbalaban las lagrimas, me senté en mi cama, tenías razón… haría cualquier cosa por poder disfrutar de vosotros más vidas de las que me quedan por vivir y kilómetros por correr.
Compartía con vosotros mis inquietudes e inseguridades por esforzarme en estar para vosotros… y una vez más lo hicisteis tan sencillo… Me dijisteis que el mejor regalo era estar conmigo. Y temblé. Me hicisteis temblar con nunca antes lo había hecho. Y un día más me sentí feliz, y lloré feliz de compartirlo con vosotros.
Gracias por ser como sois.
Gracias por dejarme ser.
Os quiero con la vida.
Jorge Juan García Insua
