
Y ya van 50…
Si no hubiera recibido ese mensaje del Blog no me hubiera dado cuenta.
50 ya… parece increíble.
Y cada una de esas 50 veces que he publicado lleva consigo una deuda que contraigo y que posiblemente no podré nunca pagar… suerte que posiblemente tampoco me digáis que la queréis cobrar.
Sé que me llevo a escribir cada una de las 50 veces y eso le da todavía más fuerza al lazo que me une con esas historias y con vosotr@s. Esto comenzó como algo íntimo y muy personal, de un abrazo acompañado de invitación de mi “maestro” Tomás López que activó algo dentro de mí y casi sin darme cuenta ha crecido hasta ser más vuestro que mío. Así debe ser y me hace feliz que así sea. Tenía razón Tomás… nunca me había expuesto de esta forma, nunca me había mostrado tan vulnerable y en cambio gracias a eso personas y situaciones maravillosas se cruzaron en mi camino.
Dijo G.B Stern que «la gratitud en silencio no sirve a nadie» y el primer paso del pago de mi deuda debe comenzar por daros la gracias, y como las gracias debe darse por algún motivo, he comenzado hoy a escribir… Sentir tanta gratitud y no expresarla sería tan sin sentido como envolver un regalo y nunca llegar a entregarlo. Ese error ya lo cometí y esta vez quiero y tengo la oportunidad de hacerlo mejor. Cuanto de cierto hay en eso de que nacemos para cometer errores, no para ser personas perfectas.
Quiero daros la gracias por cada una de las más de 3.000 veces que me habéis leído, por cada una de las veces que habéis compartido conmigo cómo conectábais, emocionábais y por cada uno de los mensajes que habéis publicado.
También quiero hacerlo porque cada vez que eso ha sucedido me he sentido especial compartiendo una parte de mí con vosotros, y esto hace unos años era inconcebible para mí. He reñido, amado y llorado mucho, mucho más de lo que lo que lo he dejado escrito. He publicado cosas que salen de lo más profundo y que prácticamente nadie sabía ni había compartido, y vosotros me habéis dado el espacio y el cariño para hacerlo como sintiera y necesitara me habéis cambiado y he crecido con vosotros, siempre desde el amor y más profundo de los respetos. Cada línea que leíais estrechaba nuestros lazos, los que quienes protagonizaban y los de quienes leían. Nunca mi camino soñó ser tan ancho.
Quiero daros la gracias porque no conozco otra forma dar el valor que os merezco y el reconocimiento a lo que he recibido de vosotros, de olvidar lo que he dado para grabar lo que he recibido y porque creo que el corazón siempre recuerda cuándo y quién le fue agradecido. El mejor regalo nunca es algo, siempre es alguien y con esos regalos quiero quedarme.
Ahora que escribo tomo conciencia de todo lo que he vivido a lo largo de 50 publicaciones y de las muchas más que nunca llegué a publicar. Y lo más importante… sé que todavía tengo sueños imposibles, heridas, cicatrices y sin sabores, pero lejos de intentar borrarlos u olvidarlos descubro que hay formas bonitas de leerlos y enseñarlos. Sólo necesitas dar con la persona de mirada adecuada.
Escribo esto y no sé si habrá 51, 52… o si no habrá más… tanto quién aquí publica como quién desear entrar, estar y compartirlo conmigo lo hace desde la libertad y voluntad de querer que así sea, sin más compromiso que predisponerse a compartir y si se da el caso sentir, emocionarse, reír, llorar…

El camino sigue y si hay algo contrario a mí es vivir en el pasado. Seguiremos, yo y vosotros, compartiendo trocitos de vida entrelazada que tienen sentido cuando se disfrutan sin piloto automático, con la mirada de un niño (o dos…) y abrazando sensaciones sin intención de querer cambiarlas.
Esto sólo ha sido una parada para mirar atrás, respirar hondo, abrazar, besar y coger impulso. Lo mejor siempre está por venir y seguiremos arriesgándonos porque si no funciona tendré una increíble historia de la que aprender y si sale bien… bueno, imagina que bonito es que las cosas te salgan bien… Es lastimoso para el corazón saber que has perdido un tren cuando te das cuenta que no volverá a pasar, y esa es una carga que no quiero llevar.
“Disfruta de las pequeñas cosas, porque tal vez un día vuelvas la vista atrás, y te des cuenta de que eran cosas grandes”. Robert Brault
Musas, parcas, demonios y ángeles… Estoy y estaré.
Nos vemos en el camino.
Jorge Juan García Insua