
Te miro en la penumbra, no necesito luz para que mis ojos recorran tu cadera, muevo torpemente mis dedos buscando tu tacto, se guían siguiendo tu calor, alimentados por la electricidad de tu figura bajan suben por ella… y me siento afortunado, sigues aquí…
Siento el millón de besos que me diste antes de caer rendida, siento tu cabeza en mi pecho donde aún resuena tu cabeza y como tu respiración recuperaba el aliento mientras me dabas la mano… así apretadas, unidas… trazando una línea invisible e indestructible de mi boca a la tuya.
Ay amor… eres una invitación a vivir la vida con vestido largo, a corbata a medio desanudar tirada por el suelo, a despertar soñando durmiendo junto a ti repartiéndonos sonrisas y disfrutar de lo poco que tengo entregándotelo a ti. Quiero disfrutar de lo que tenemos, ver dónde nos lleva y trasnochar una noche tan larga como el camino que quede por recorrer.
Eres presente con sabor a futuro, de ese que se va tal como viene y vuelve a venir, ese que no puedes ni sabes entender poner, eres musa y próximo baile, eres ganas de escribir en tu espalda con boca cada palabra de la que habrá de ser nuestra canción, para dejarla grabada, para recitarla suavemente, para susurrarla de forma escandalosa mientras la toco con los dedos en el aire y mi piel haciendo arpegios…
Decirte que aún cuando siento tu piel dentro de mi no puedo dejar de pensar en ti, que abrazarte es deshacer el corazón y desear que se quede dentro tuyo, que no lo dejes salir porque ya no sabe sobrevivir si no late dentro de ti… No quiero dejarme nada, quiero sentir las sábanas mojadas de ti y de mi, vacío de todo y llenarme de ti.
No sé cómo he llegado a ser lo que ves, pero cada vez que me tocas deseo convertirme en aquello que sólo tú sabes ver. Quiero darte besos, besos y sólo besos… no dejar ninguno por dar ni por perdido, coger los tuyos y construir con ellos sueños hasta no saber si son vida o son sueños donde te los robó cuando quiero.
Y pensar que todo comenzó en el sueño de un brazo que sentías mucho antes de recibir, el deseo de caminar descalzos y ensuciarnos los pies y embarrarnos de vida.

Apréstame el corazón, desliza tus uñas por mi pecho hasta mi abdomen y a cada parada separa tus labios de mi piel y dime quién soy yo, hazme nacer con cada palabra, déjame ser quien ves… tan educado como bufón , tan razón como locura, tan verdad como de extraño camino, tan malote como travieso… ansioso por perderse en tu mirada.
Mientras te recorro nos imagino abrazados dentro de una botella… llevados por la corriente, viviendo de tu tacto, simbiosis de tu aroma, salitre y sal, soñar con ser conquistador de los mares a tu lado, este y oeste, norte y sur, llenarte cada mañana de amaneceres imposibles y de besos a cada puesta de Sol.
… Y después de todo pensaré que sí ha valido la pena, aunque sólo fuera para convertirme en coleccionista de guías y brújulas que me recondujeran a la más bonita de las sonrisas.

Jorge Juan García Insua
Magnífica prosa. Me ha gustado.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchísimas gracias! Me alegra te haya gustado😘
Me gustaMe gusta