
Me han dicho que la relación que tengo con el silencio es particular…
Particular? -repregunté.
Sí, rara -afirmó.
Sí, soy de esas persona raras que se sienten cómodos con el silencio, que lejos de sentirse solo con él siento que me acompaña y que incluso hay momentos donde lo necesito porque a través de él puedo conectar con situaciones, con personas, conmigo, contigo.
Cuando de forma habitual el silencio puede ser interpretado como una falsa sensación de normalidad, de “hacer como si nada hubiera pasado”, apatía o indiferencia, yo creo que el silencio dice que no y dice que sí, no puedes aunque quieras adornarlo, es respuesta y da espacio a la pregunta si te concedes el tiempo necesario para formularla adecuadamente.
Lejos de ser ausencia recoge la presencia cuando es auténtica y la protege para que crezca y se fortalezca. Para algunos será distancia y enfado… para otros paz, serenidad, cercanía y felicidad. Cuando dudas sobre ti es espejo, te recuerda el camino recorrido y te acompaña aunque no lo escuches. Cuestiona lo que vemos y nos despierta cambios que sólo así podemos concebir… desde el silencio. Solo así seguimos esperando… desde el silencio.
Cuando es compartido se convierte en un lenguaje propio con la maravillosa capacidad de hacer cómplices, de mostrar respeto y cariño. El silencio es una compleja forma de comunicación que necesita de una conexión inmensa, confianza absoluta y te abre las puertas a escuchar lo que no se oye. Al silencio no puedes quitarle el turno de palabra, así es de especial.
El silencio es el estruendo emocional más intenso que podemos llegar a vivir, capaz de rompernos por dentro y remendarnos a continuación. El silencio acompaña a la mirada transparente que dice “estoy contigo” y al abrazo que grita “estoy para ti”. Y en ambos casos deja cicatriz…. silenciosa e invisible para la piel y enorme para el corazón. Es honesto, a la conciencia no la puedes mentir. En silencio me encontrarás..
La segunda estrella a la derecha todo recto hasta el amanecer, ahí, justo ahí… en silencio tú y yo.
Silencio. El que por encima de muros de dolor te acompaña en el duelo. Lágrimas huérfanas de sonido. El mismo al que le hablas cuando de nuevo sale el Sol. Ssssshhhhhh… soledad compartida, cuarto oscuro, mirar el mar desde el Pont del Petroli y sentir la sal mientras se deposita en tu piel… en silencio…. un beso.
Decía T. Bruneau “el silencio es la lengua de todas las fuertes pasiones: amor, cólera, sorpresa y miedo» y un viejo proverbio que “el silencio prolongado lleva a la locura”. Locura… amor… miedo… silennnnnnnncio.
El silencio como la vida es bueno cuando uno lo acepta. Como todas las cosas hay que aceptarlas tal como son, simplemente porque son así. Y abrirse a él. Desnudo para mí y desnudo yo para quien conecta conmigo entre silencios.
Bonito sería si nuestras palabras fueran más hermosas que nuestros silencios. Ni toda distancia es olvido ni todo silencio es olvido. Palabra.
Sí es raro, sí… soy muy raro.
Jorge Juan García Insua