
Los veranos de mi vida han tenido finales de toda índole. Los recuerdo con olor a sardinas a la brasa, de viajes increíbles en una bicicleta BH medio destartalada, a revolcones entre olas y confidencias juveniles, a biberones, a melones robados en carreteras secundarias, a viajes locos de rock salvaje, a sexo, a besos a escondidas y amores que nunca llegaron al otoño… y el que acabó con su sesión. Tal día como hoy, sobre esta misma hora cuando dijo que quería que septiembre fuera el inicio de su nueva vida y mi mente evocada de la imagen de todos esos coleccionables que empezarán en unos días y raro es el que pasa del tercer fascículo…
Así que decidí planteárselo tal cual… Imagínate que este septiembre es tu coleccionable, ese que detallará tu vida las próximas semanas, los próximos meses… cuál será la primera entrega?
Me lanzo una mirada perdida y una sonrisa llena de silencio… y así pasaron los segundos hasta que me dijo “la primera entrega es sobre quién va a acompañarme en las siguientes… y quién no”. Y así comenzó una intenso viaje de una hora.
“Y llegó aquí cansada, no me caen más lágrimas de lo cansada que estoy de llorar. Cansada de perseguirlo, cansada de huir, cansada de esconder lo que siento, cansada de no saber cómo compartirlo, cansada de fingir que todo esta bien cuando no ha ido nunca tan mal. Me siento sola. No quiero sentirme así nunca más “.
Y al final le resultó que la rutina no es tal, que lo que queremos cambiar no es lo que hacemos sino con quién, quién nos aporta, quién nos acompaña, quién cambia de estación con nosotros, quién seguirá coleccionando nuestros fascículos cuando ya no vengan con regalos, aunque alguno salga unos días tarde o no sean tan brillantes como la publicidad prometía…
Hace unos días leía que un canal de televisión repone cada verano la serie Verano Azul por falta de fondos para invertir en nuevas producciones, y que haciéndolo descubrió que la nostalgia es una poderosa arma de negocio pues todavía remueve y nos engancha. Lo malo de vivir de recuerdos es que si vives prendado de ellos dejas de generar nuevos, y cuando esto sucede, cuando siempre vuelves a los mismos acabas identificando el último de ellos… y aunque te duela entiendes que como las buenas series… o como los coleccionables… hubo un primero y hubo uno que puso punto final. Y es en ese momento cuando se cierran heridas. Es ese instante sanador el que te impulsa a comenzar de nuevo y pasar pagina, de capítulo, de serie…
Eso entendió al final de la sesión… aquel había sido su último verano, su Verano Azul… Las personas como sucede cada año pasamos por estaciones, el cambio es inevitable, no puedes hacer nada, no siempre está claro cuando acaba una y empieza otra. Sólo puedes aceptarlo y abrirte a ellas porque aunque una estación te venga mal girada te queda el consuelo de pensar que ninguna es para siempre.
Posiblemente no fue el mejor verano de su vida… pero sin duda dio paso a un emocionante septiembre lleno de maravillosas entregas.
Aquellas fueron sesiones con olor a verano… a paseos de la mano por la playa, a rayos de Sol a través de las persianas bajadas, a tardes de terraza sin prisas, a abrazos que duran una siesta… y ahora aquí, finalizando agosto delante de la piscina de mi verano, con el Sol medio desaparecido, la playa al fondo y el olor a mar he conectado con aquella sesión y con los veranos de mi vida… y con la enorme ilusión de un nuevo septiembre.
Jorge Juan García Insua
Gracias por acompañarme en el proceso Jorge. Fue un lujo tenerte como Coach. He descubierto aquí tu parte más vulnerable y me siento afortunada de ser parte de tu camino, irremediablemente tú formas parte del mío. Un beso. A.
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