Ha entrado muy nerviosa, mucho. Casi sin mirarme aunque no ha hecho falta para transmitírme un gran peso… sus pupilas, cómo caminaba hacia la sala, su mirada humedecida, su entrecortada respiración…
Antes de que llegara a sentarse le he ofrecido agua y he propuesto comenzar la sesión no sentados sino estirados haciendo un ejercicio de relajación. Me ha mirado sorprendida y ha asentido con una tímida sonrisa.
Tumbados he puesto un mantra de fondo y mientras mi voz la guiaba observaba cómo su cuerpo iba relajándose, respirando y su rostro conectaba consigo misma y yo con ella. A su lado he sincronizado mi respiración a la suya y cuando he creído que era el momento he preguntado…
– Qué traes hoy a la sesión?
-Bloqueo, mucho bloqueo !!
-Qué supone para ti ese bloqueo?
-No quiero hacer nada, nada! No quiero responderle… pero cuando más tiempo paso sin hacer algo más bloqueada me siento hasta que me cuesta respirar, me ahogo…
Y ha respirado profundo y poco a poco su respiración empezaba a encauzar su ansiedad.
Tumbados en paralelo sin mirarla podía sentirla mientras escuchaba con total atención. Mientras la sesión avanzaba ha recorrido el camino hasta la conciencia de decidir no hacer, porque esa también es una decisión cuando la tomas sabiendo qué esperas de ella y no por miedo, por haber fallado antes o por falta de interés. Sin angustia ni ansiedad.
La vida me ha ido enseñando poco a poco a dar espacio a lo que siento y a moverse por ello, a esperar y confiar en mi intuición y en cerrar la puerta cuando conviene (y se deja) a esa lógica que siempre me acompaña. He aprendido a no librar batallas que no quiero tener, más allá de poder ganar o perder… porque a veces necesitas perderlas aún sabiendo el resultado final para estar a gusto contigo mismo y es muy difícil digerir victorias con sabor amargo.
En ese camino también he aprendido que no hacer nada es una opción tan válida como cualquier otra si la tomas de forma consciente y asumes las consecuencias. Erróneamente se piensa que no hacer es renunciar a aquello por lo que luchabas y en cambio ofrece un gran aprendizaje y demuestra una enorme gestión emocional si lo hacemos respetándonos.
No hacer nada también es una forma de vivir el presente, de hacer que aún no haciendo pasar algo estén pasando cosas y decidiendo qué postura queremos tomar, sabiendo que en ocasiones no hacer implica un desgaste emocional que por desgracia algunos no sabrán valorar.
Tomarte tiempo para equilibrar y entender tu estado emocional y alejarte de motivos de sufrimiento te da una visión más clara de un conflicto pudiendo mesurar tu decisión, lejos del estrés. Y no, aunque lo hayas escuchado antes, eso no significa en absoluto que seas egoísta.
Cuando hemos finalizado le he dicho que mirándola tenía la sensación de necesitar un abrazo y que yo después de acompañarla durante la sesión también necesitaba dárselo… y sin saber cómo el fondo de mantra se ha transformado en I can’t go on without you de Kaleo, una canción especial para mi que ha dado al cierre y al abrazo una atmósfera muy personal.
Las personas que nos gusta abrazar sabemos que no se trata de rodear con los brazos sino de acercar el corazón y esa es la sensación y la emoción que me he llevado hoy.
Gracias por compartir tu herida.

Jorge Juan García Insua
“Qué valiente te ves temblando de miedo pero arriesgándote a vivirlo” – J. Guerrero
Si te apetece escuchar el tema de Kaleo “I can’t go on without you” puede ir al siguiente enlace: https://youtu.be/gpG9QRV9gTk