Me preguntas cómo puedo estar tan seguro…
No lo estoy ni lo espero ni lo busco ni aspiro a ello. ¿De qué me serviría?
¿De qué te serviría a ti?
Puedes sentir en este momento e incluso comparar con lo que crees recordar haber sentido antes y ni aún así tendrás certeza. Es lo que tienen las emociones, vienen y se marchan dejando un huella, una que no puedes ver y que no puedes dejar de sentir.
¿Qué vas a hacer con ella? ¿Sabrías abrazarla?
Así te abrazo yo.
Puedes negarlo y decirte que no estás sintiendo que es que sí. Esforzarte y dejarte la piel en buscar certezas, la misma que tienes llenas de caricias que te dicen que debes apostar por mi, o mejor olvídate mi.. por lo que sientes. También puedes compararme y verás que no valgo la pena, que no salgo ganado de ninguna comparación y que aún sabiéndolo estoy. Aquí. Para ti. De ti. No me importa si pierdo ante sus ojos si así me acerco a los tuyos. Mírame, mira lo que nadie sabe ver ni dejo que vean, excepto para ti.
No porque te lo diga ni porque te haga promesas. Soy tan idiota que creo en la magia de las líneas que cruzas y que no te dejan dar marcha atrás. Tanto que llevo meses escribiendo para ti diciendo que lo hago para mi, con los pies en la tierra y la mirada en las estrellas, las mismas que un día escribimos descubrir. Tan idiota que escribo a escondidas, para ti sin ti y solo para mí.
Mírame… detrás del humo sigue alguien que es verdad. Si decides apostar que sea por eso, por el que se siente libre cuando lo tienes abrazado, por el que inventa metáforas para ser parte de ti.
Soy de los que creen que algunas personas estamos condenadas a encontrarnos en alguna parte, que existen mariposas que viven para sembrar el caos, mariposas de sonrisa intacta capaces de espantar fantasmas y hacer del miedo una necesidad. De los que cierran los ojos y te puede sentir… ahí, alrededor de mi, echándote de menos, tirando del lazo para saber si sigues al otro extremo. Tira. Responde. Deja que mi imaginación sobrevuele la escena del encuentro… que despierte el sueño de la añoranza, de libretas de apuntes y versos cómplices, frases a medias sin terminar, frases de ti sin mi, conmigo y a falta de ti.
Seguro de que querer es aprender cada día una lección que nunca estás convencido de saber dar el nivel. No me preocupa la nota solo quiero pensar que lo que aprendo me acompañará el resto de la vida. No me gusta ser estudiante pero adoro ser eterno aprendiz. Dame algo que adorar y a cambio enviaré mensajes… hipnóticos y constantes, que te recuerden paisajes. Quizás siempre lo tuvimos delante, oculto entre detalles y faltas de atención. A menudo recreo esos momentos y puedo borrar casi todo, casi todo menos tú. Podría olvidar casi todo lo que siento, casi todo menos tú.
Seguro que si nos alejamos nos encontraremos de nuevo en alguna parte. Seguro que es cuestión de tiempo. Si todo ha de pasar por algo, pido al destino que cumpla su papel. Pido que lea mis manos, que deje que darme pistas y me enseñe tu camino claro y me plante delante de tu sonrisa, clara e inmensa. Cerrojo sin llave. Beso y consecuencia. A la distancia exacta… la que calma mi necesidad. Todo se distorsiona en mi mente excepto tú que eres omnipresente.
Soy así. A veces ni me entiendo ni me entenderás tú. Será que busco la magia y que veo arte en tus ojos y encuentro suspiros, momentos y fotos que guardo en mis recuerdos. Los miro y suenan canciones en silencio. Silencio para acariciarte y sentirte mientras escucho mensajes y palabras que me hacen soñar y sueño que tú también sueñas conmigo. Y tú sin saberlo, sin quererlo. Te regalas. Y no te lo digo pero me lo quedo, lo envuelvo y le pongo un lazo y lo beso y me despierta. De locos verdad?
Por eso estoy seguro. Porque no busco eso ni sabía que lo buscaba hasta que lo encontré. Y cuando lo encuentras sólo sabes que no quieres perderlo, que no quieres ni explicarlo por miedo a que si lo haces se pierda la magia, porque te da miedo gastarlo de tanto mirarlo y lo miras y lo miras y no dejas de hacerlo. Porque cada vez que lo miro te siento y cada vez que te siento es como si me sacaras a bailar… y bailamos. Te piso, me pisas, ries, sonríes… y la música sigue sonando, en silencio. Escuchas la magia? Yo sí.
La escucho cuando en la penumbra te vistes, resuena cuando no llevas nada. No la habías escuchado antes? Cómo te digo que yo en cambio no puedo dejar de hacerlo.
Y aún sigues preguntándome cómo puedo estar tan seguro.
No necesito estarlo, lo necesitas tú?

Jorge Juan Garcia Insua