
Una conversación con una amiga y una sesión han conectado con algo que escribí hace ya tiempo.
Algo sobre una sesión que entonces no publiqué. No sé por qué no lo he borrado como otras tantas veces que las palabras no pasan ese extraño filtro mío.
Lo escribí y lo guardé y hasta hoy nunca había tenido el impulso de compartirlo… Hace algún tiempo durante una sesión en un hospital…
– Sabes por qué insistí tanto en hacer la sesión hoy?
– No, no lo sé. Hay una razón concreta? – pregunté.
– Sí, hoy según los pronósticos expertos debería ser mi último día. Hace 3 meses todo apuntaba que no pasaría del día de hoy. Todo desde este día es “extra”.
Esta mañana sabiendo que venías pensaba que en ningún momento me has recordado el paso del tiempo, ese límite que cada día se acerca. Empezamos hablando de mi miedo a la muerte, de por qué no quería irme de esa forma, que lo que me angustiaba no dejar como atado… y no recuerdo ni una sola vez que me insistieras, me recordarás o me resituaras en el tiempo que me quedaba para … bueno, poner orden.
– No lo he hecho y ha sido algo consciente por mi parte. Acompañarte en esta fase de tu vida supone respetar tu ritmo y aceptar que es único para ti y para los que quieres y te quieren. Poner el foco en el tiempo sin que tú lo propusieras o plantearas hacerlo creo que hubiera sido hacer muy mal aquello que me pediste hacer.
– No se te da mal esto… y yo he aprendido a morirme. Bueno, eso pensaba. Ahora resulta que sigo vivo, que alguien se quedó corto en sus pronósticos, que el cielo, la ciencia o ese Dios con el que me he cabreado tanto han decidido que hoy no… y claro, sin preguntar. Joder, nadie me ha dicho si quería más, si me iba bien o si ya me había hecho a la idea. Es
Cómo jugar con la puta Nintendo, crees que es el final de la partida y de golpe… bonus extra! Premio para niño! Pensaba que todo esto está para llegar hasta aquí y marcharme sin hacer ruido y mira… me ha tocado una vida extra!
Silencio… rompe a llorar.
– Una vida extra. (Ríe llorando). A quién coño se le ocurre darle una vida extra a un moribundo! Jorge, a quién? Me jode, no te imaginas como me jode.
– Te jode el no saber por qué? El que te la hayan dado y no te crees merecerla o o el que ha pillado tan de improviso después de tanto esfuerzo atando cabos y curando cicatrices que ahora no sabes qué quieres hacer con esa vida extra?
– Buffff
Silencio. Rabioso.
– Buffff? Hay tantos sentidos y significados posibles para tu bufff que necesito preguntar qué significa para tí.
– Me da vergüenza decirlo… y estoy llorando!
– Esa misma vergüenza que hace meses decidiste enviar a la porra para poder morir “bien”?
– Eres un capullo Jorge. Desde el cariño…
– Posiblemente, alguna vez me lo han dicho y tengo asumido que no eres el primero ni serás el último que piense eso de mi. Pero estábamos con tu vergüenza y no con mi “capullez”…
– He estado tan preocupado de marcharme dejando…. heridas, mierdas, desorden en la vida de otros, conversaciones pendientes… y siempre he echado una cosa de menos.
Largo silencio.
Decirle que la quiero, que hace mucho mucho que la quiero. Si tuviera una vida extra sería para quererla y no separarme de ella hasta el último suspiro.
Largo silencio.
Estaba delante mirándolo. Ya no lloraba y sus ojos a pesar de estar muy apagados por la enfermedad parecían abrirse e iluminarse. No era difícil ver lo que estaba pensando y en quien estaba pensando.
Le di espacio y cuando sentí que debía…
– Me voy. Creo que la sesión de hoy debe acabar aquí.
– Ya? Tienes prisa “doctor”?
– No, ninguna. Pero hoy no puedo aportarte más. Hay momentos para reflexionar, para entender y acompañar y momentos para pasar a la acción.
He visto en tu mirada qué sabes perfectamente lo que quieres hacer con esta vida extra y si me quedo me sentiré que malgastas un tiempo demasiado precioso. Sabes qué quieres hacer, no me necesitas para hacerlo y no es conmigo con quien quieres vivirla.
Sólo recuerda que llegado el momento en qué consideres que tengo que aportar estaré.
– Gracias Jorge, de verdad que no sabes lo que está sesión significa.
– Gracias a ti por compartirla conmigo. Ha sido precioso ver cómo has conectado con ella, seguro que a ella también se lo parece.
– Pero… y si me dice que no…
– Y si te dice que Sí?
– Bufffff
– Exacto, bufffff. Este sí me queda claro.
Me acerqué a la cama, lo abracé como si tuviera miedo a romperlo y él me apretó con fuerza.
Salí de allí lento, como saboreando y digiriendo lo que había sucedido y llorando como una magdalena.
Ahora que vuelvo a leer estas líneas, tanto tiempo después me doy cuenta que sabía que aquella era nuestra despedida, ya no fue él quien me volvió a llamar, y que aún sin necesitar saberlo entonces sé que en esa vida extra amó y se sintió amado hasta el último suspiro.
Creo que no he borrado estas líneas porque entonces no estaba preparado para soltar y aún tenía que aprender a amar. Tal vez publicarlo es saber que lo estoy para las dos cosas.
Recordarlo me lleva a esa frase de que nos equivocamos buscando al amor de nuestra vida y deberíamos buscar a quien dé vida a nuestro amor.
Él lo hizo. Seguro que quién o qué decidió darle esa nueva oportunidad sabía que sería así.

Jorge Juan García Insua
Gracias Sílvia y gracias Belen por acompañarme en este cierre.